- 24 enero 2020
- Posted by: José
- Category: Directores
Marta Ferrero es maestra e investigadora, es autora del imprescindible blog “Si tu supieras” donde aboga también por una pedagogía basada en pruebas. En su perfil de twitter pide que se paren las pseudociencias referentes a la eduación. Charlamos con ella sobre la importancia de la memorización en la época en la que se desprecia.
¿Por qué es importante la memoria?, ¿podemos aprender sin memoria?, ¿qué tipo de contenidos cree usted que son innegociables a la hora de memorizar?, ¿qué importancia tiene en primaria?, ¿qué puede decir ante esto?
-La memorización es imprescindible para lograr que los alumnos aprendan. Todo aprendizaje implica memoria. De hecho, si como maestros aspiramos a que nuestros alumnos puedan realizar tareas complejas, de orden superior, como la resolución de problemas o el pensamiento crítico, antes tenemos que lograr que memoricen, que automaticen, una serie de conceptos, de procesos. Por ejemplo, durante la etapa de primaria, para que un alumno pueda alcanzar una comprensión lectora óptima, que es el fin último de la adquisición de la lectura, antes tiene que leer palabras de forma automática y, para ello, previamente necesita memorizar la asociación de todas las letras del alfabeto con su sonido. De la misma forma, para que un estudiante pueda razonar y resolver problemas matemáticos, es preciso que antes haya memorizado (automatizado) operaciones aritméticas básicas, como por ejemplo, las tablas de multiplicar. Y lo mismo ocurre con el resto de materias. La evidencia demuestra que cuánto más conocimientos tiene una persona, más fácil le resulta aprender nuevos contenidos y habilidades.
– ¿La memoria es un tipo de inteligencia?
-Las baterías de evaluación de la inteligencia sí incluyen tareas destinadas a medir la memoria de trabajo. Desde esta perspectiva, sí podemos decir que la memoria es una parte integrante del intelecto. Ahora bien, lo interesante aquí es el uso que se hace de la facultad de memorizar y no la memoria en sí. Podríamos decir lo mismo del lenguaje. Todos los seres humanos tenemos esta capacidad pero, claramente, las diferencias entre cómo nos expresamos unos y otros son enormes.
-Usted no cree en las pseudociencias. Como profesora y en su opinión, ¿cómo se consigue que un alumno tenga un buen nivel si de ello depende el profesor?
-No se trata de lo que yo crea sino de qué prácticas están respaldadas por la evidencia y cuáles no. La pseudociencia, como su propio nombre indica, es una “falsa ciencia”. Esto es, no sigue un método científico válido y, por tanto, las afirmaciones que de ella se desprenden no deben ser tomadas como fiables. En educación hay muchas teorías, y métodos que de ellas se desprenden, que no cuentan con respaldo científico y que, sin embargo, gozan de gran aceptación en el ámbito escolar. Por ejemplo, la teoría de los estilos de aprendizaje y su aplicación en el aula. De acuerdo con esta teoría, si se adapta la forma de enseñar del maestro a los estilos de aprendizaje de los alumnos (por ejemplo, auditivo, visual o cinestésico), el rendimiento de éstos mejora. De forma similar, la teoría de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner sostiene que las personas no tenemos una sino ocho inteligencias diferentes (lógico-matemática, lingüística, interpersonal, visual-espacial, musical, corporal-cinestésica, intrapersonal y naturalista). Al igual que en el caso anterior, su aplicación en el aula pasa por adaptar las enseñanzas del maestro a las inteligencias de sus alumnos. Sin embargo, ninguno de los dos métodos ha demostrado tener efectos positivos en el aprendizaje.
El aprendizaje de un estudiante depende de múltiples factores y muchos de ellos no están en manos del maestro. Sin embargo, los profesionales de la educación sí pueden y deben tratar de usar metodologías que cuenten con pruebas sólidas sobre su eficacia siempre que sea posible. Me refiero, por poner algunos ejemplos, al método alfabético de enseñanza de la lectura o la instrucción directa en aprendices nóveles en una materia. Sin duda, esta medida no va a resolver todos los problemas que presenta nuestro sistema educativo actual pero es un paso crucial para caminar hacia una educación de calidad. Las metodologías infundadas suponen un coste de tiempo y de recursos personales y materiales muy alto. Y, en ocasiones, pueden incluso ser perjudiciales para los alumnos, especialmente para aquellos más desaventajados. Ante esta realidad, el profesorado debe aspirar a una educación basada en la evidencia, alejada de modas, corazonada, ideologías o experiencias aisladas, y que dote al oficio de autoridad y autonomía.
– Y ahora hablemos de los padres. Si los padres son….los hijos serán….y la contra.
-La investigación demuestra que el nivel socio-económico de las familias (la educación de los padres y madres, sus ingresos, su ocupación) tiene un impacto notable en el rendimiento académico de los hijos. Ante esta realidad, el papel fundamental de la escuela es democratizar la educación, hacerla accesible a todos los niños, brindarles las mismas oportunidades de desarrollar su potencial, con independencia del hogar del que procedan. Y de ahí la imperativa necesidad de emplear metodologías eficaces que maximicen los efectos de la escolarización.
Ahora bien, también hay abundantes estudios que muestran cómo la implicación de las familias en la educación de los hijos tiene un fuerte efecto en su rendimiento académico, incluso controlando su puesto laboral o su nivel de estudios. En concreto, las familias pueden crear una cultura de conocimiento dentro del hogar que favorezca la educación ¿Cómo? estimulando intelectualmente a los hijos (acudiendo a exposiciones, museos, compartiendo el placer por la lectura con ellos, etc.), participando en las actividades escolares y manteniendo un contacto fluido con los profesores o mostrando un interés y unas expectativas altas por sus logros académicos.
-¿Qué le parecen los sistemas pedagógicos nuevos que buscan que el niño sea feliz en el colegio?
-No creo que nadie cuestione la importancia que los niños crezcan felices, tanto dentro como fuera del aula. De hecho, ¿quién no desea eso para cualquier ser humano? Ahora bien, aquí me uno a las palabras del profesor Alberto Royo: la principal tarea de una maestro es enseñar a sus alumnos, dotarlos de conocimientos que, por cierto, además de autonomía y libertad, los van a dotar de felicidad. El interés, la pasión por lo que sucede en el mundo crece a medida que se sabe más sobre él, y no al revés. El profesor tiene que apostar por despertar el interés del niño, por lograr que éste acuda al aula motivado pero, no nos engañemos, en muchas ocasiones habrá aprendizajes que al niño no le interesen, que incluso le disgusten, y no por ello el maestro ha de evitarlos. Es más, lejos de evitarlos, está ampliamente demostrada la conveniencia de que el profesor introduzca ciertas “dificultades deseables” durante el proceso de enseñanza-aprendizaje, como por ejemplo, la evaluación frecuente de los conocimientos o la sustitución de la práctica masiva por una práctica distribuida a lo largo del tiempo. De esta forma, se promueve un aprendizaje más duradero en los alumnos que es, al fin y al cabo, la misión de cualquier maestro.
– ¿Qué le falla al sistema educativo español para que haya tanto fracaso escolar? -Me temo que no tengo una respuesta firme para esta pregunta. Como decía antes, son muchas las variables que entran en juego durante la etapa escolar de una persona y, por tanto, son muchos los motivos que pueden conducir a su fracaso. A lo largo de los años, se ha apuntado a diferentes razones como el recorte en personal docente, la cada vez mayor diversidad de alumnado en las aulas, la insuficiente formación del profesorado, el uso de métodos obsoletos para las nuevas generaciones de estudiantes, la falta de una cultura de conocimiento en nuestra sociedad, la pérdida de respeto hacia la figura del maestro… Desde luego, la educación en España puede y tiene que mejorar. Sin duda, la sucesión de una ley educativa tras otra, a menudo bajo el único deseo por parte de los partidos políticos de turno de dejar su impronta, sin evaluar los efectos que sus medidas han tenido en las aulas, no ha contribuido nada a avanzar en materia educativa. En mi humilde opinión, hace falta un diagnóstico riguroso de nuestro sistema educativo, alejado de intereses políticos, que permita determinar cuáles son los puntos fuertes y débiles, qué cambios se deben introducir y cómo y cuándo se va a evaluar su efecto. Y para todo ello hace falta tiempo y mucho conocimiento.
Fuente: La razón